Un paseo de un día chivísima con muchas cascadas por descubrir, éstas caen en el cañón del Río Toro Amarillo donde es totalmente inevitable empaparse de diversión y pasarla bomba
Con Waze
Vehículo: Todo vehículo llega.
¿Qué llevar? Ropa cómoda para caminar y bañarse, tennis de trail, paño, bloqueador solar, gorra, repelente, cámara, y ropa de cambio.
Distancia: 4km
Dificultad: Media
Parqueo: Si
Costo: ¢2000 por persona
Información: Carlos Mario Chacón 8651-3422
Nosotros para llegar a este lugar nos fuimos por un lado (Grecia) y nos devolvimos por otro (Vara Blanca), todo depende de lo que su corazón y waze les diga. Aún así, el camino más seguro y civilizado es por Vara Blanca. De camino hicimos nuestra típica parada para comprar cosas de picar y continuamos hasta llegar a Río Cuarto donde está “Paraíso de Manantiales”.
El parqueo está justo frente a la soda de Don Carlos, quien es dueño de la finca. Nos recibieron súper bien y luego el señor nos explicó hacia donde debíamos empezar a caminar.
La caminata comienza sobre un camino de lastre normal y luego se desvía a la izquierda hacia el sendero que lleva a las cataratas y el río. El sendero tiene partes empinadas, algunas resbalosas y emocionantes. No son ni 2 kms de descenso y se atraviesan un par de cataratas además de una escalera de caracol que baja como 3 pisos de un solo cañazo (no apto para temerosos de las alturas).
Cuando llegamos al río comenzamos a explorar entre las piedras gigantes teñidas de amarillo meneito, río arriba las caídas de agua son un montón y parte del paseo es admirar cada una de ellas, sentarse y escuchar el río mientras se ve la montaña de jungla pura.
Para terminar bajamos un toque hasta la caída más alta, pero no la más voluptuosa hasta encontrar una deliciosa poza. Aquí nos metimos un ratote y terminamos de agarrar las fuerzas para subir el trayecto que bajamos. De vuelta pasamos a una catarata que está desviándose a la izquierda y luego continuamos hasta el parqueo.
Cuando llegamos nos pedimos un casado bastante rico con tilapia y un pichel de fresco que nos acabamos sin mucho esfuerzo. Nos alistamos para así devolvernos a San José, satisfechos de haber descubierto otro Qué Buen Lugar para ustedes.