En este trip dormimos como cavernícolas 5 estrellas en una cueva, vimos el mejor atardecer del mundo en la cima de una de las cataratas más altas de Costa Rica y nos bañamos en las pozas más refrescantes de Pérez. Vayan a conocer este spot casi irreal y les aseguramos que no lo van a superar.
¿Cómo llegar?
Con Waze
Vehículo: Todo vehículo llega.
¿Qué llevar?Tres mudadas de ropa cómoda y fresca para caminar, tenis, sandalias, traje de baño, pijama, paño, botella de agua para rellenar, foco de cabeza, repelente, juegos de mesa (livianos), y excelente actitud.
Dificultad: Media Alta
Distancia: 2km para llegar a la base (bajo la catarata)
Parqueo: Sí
Mascotas: No
Camping: No
Tiempo:
Nosotros fuimos 1 noche y la pasamos bomba.
Pero se puede reservar para sólo 1 día o todos los que quieran.
Costo:
Tour un día $60
Tour una noche $107
*Precio para nacionales
Contacto:
Anne Ledezma de Pacific Journeys
Tel. 22661717 – 8325-9818
reservations@pacificjourneyscr.com
Salimos a las 5am de chepelandia hacia Pérez, comimos algo en San Isidro y luego agarramos hacia Las Tumbas donde nos encontraríamos con el staff de Pacific Journeys en las oficinas a un lado de la plaza de fut. Aquí esperamos como una hora a otra gente para luego subir la montaña.
El carro lo pudimos dejar en una finca donde comienza el sendero, y entonces nos ahorramos un toque de caminada en lastre. El sendero es bien empinado pero se encuentra en excelente estado, en 2 kms se suben 700 m verticales. Por dicha la jungla nos protegió de una segura insolación. La primera parada fue a media cuesta, donde probamos termitas (yo realmente no comí) que unos decías que sabían a zanahoria y otros como a maní.
Luego seguimos el cuestón hasta que paramos en el jardín, un paraíso de matas de todo tipo, desde frutas exóticas con sabor a banano-mango-piña hasta zacate limón (jurado que huele a fruit-loops) y citronela. De verdad se aprende muchísimo y dan ganas de probarlas casi todas. De lo más chiva que probamos fue la fruta milagrosa, esta es como un grano de café rojito, se mastica sin morder las semilla como por veinte segundos y luego lo inesperado….nos dan un limón ácido, esperando arrugar la cara y éste bloquea el ácido y sabe dulce mágicamente… bastante curiosa esta fruta.
Luego del deleite de frutas y matas, caminamos como 15 minutos más, bajamos unas gradas y inesperadamente llegamos a la catarata diamante donde nos alojaríamos esa noche. Es algo increíble saber que uno duerme detrás de una caída de agua, en una cueva de piedra gigante con todas las comodidades. La cueva al ser así de abierta es clara y muy fresca, si uno se acerca a la baranda puede que reciba una brisa con rocío del agua que cae a pocos metros.
Después de estar aquí un rato, nos dieron un delicioso almuerzo y nos alistamos para ir montaña arriba a unas pozas con más cataratas. La cuesta no fue la ideal para bajar la comida pero una vez arriba valió rajado la pena la caminadota a cambio del chapuzón. Aquí desde una piedra nos mandamos al agua (menos Glori) y luego abajo ya todos la gozamos dentro de la poza hasta que no soportamos más el frío.
De vuelta a la baticueva nos servimos un café y corrimos con todo y taza cuesta abajo para ver el atardecer que sin duda marco nuestras vidas. Primero, nunca habíamos hecho hiking con taza y segundo estábamos viendo el sol caer en el mar desde la montaña sobre la piedra de una catarata que cae varios cientos de metros abajo. Lo maravilloso de todo esto es que teníamos lo mejor de la playa y la montaña, lo chiva de ver el sol caer sobre el océano mezlcado con la majestuosidad de verlo enmarcado entre montañas verdes clásicas del Pacífico sur.
Bueno, luego del evento del atardecer volvimos a la cueva armados con focos de jupa para esperar la anhelada cena que de paso estuvo deliciosa.
Al día siguiente nos levantamos relajados para desayunar como a las 8am, tuvimos el placer de ver como el sol iba invadiendo poco a poco la piedra de la catarata hasta que nos tocó el turno de hacer rappel. El rappel lo hacíamos en la misma catarata donde dormíamos así que solo teníamos que subir unos 30m verticales hasta llegar a la zona donde nos íbamos a mandar amarrados. Algo chiva es que nos podíamos tirar en parejas y apoyarnos mientras bajábamos, y así se nos iba acabando el paseo.
Después de tanta aventura en tan poquito tiempo, cansados y a la vez cargados de energía decidimos bajar la montaña para así despedirnos de este lugar que realmente se sale de lo tradicional y racional. El nombre Diamante no esta ni cerca del valor que tiene este lugar, de verdad este paseo es un tesoro al alcance de todos y esperamos que ojalá lo lleguen a conquistar.